cuatro millones de suspiros al día.
Otro tanto de besos no dados y de sueños febriles en los que me amas.

No te vayas, quédate aquí,
respirando el mismo aire que besan mis labios.
Porque
algún día soñarás con mis versos
y aunque al principio tu corazón enloquezca al creer que no me tiene, pronto te darás cuenta de que he sido tuya
desde siempre.