viernes, 29 de octubre de 2010

Odette amaba al chico de ojos tristes que dibujaba corazones en la ventana empañada del primer piso.

A Odette le gustaban todos los colores.
Sentada junto a la pared, observaba sorprendida como el rojo de sus rosas paseaba posado en los labios de las jóvenes que estaban enamoradas y en las mejillas de aquellas que empezaban a estarlo.
También el rojo de las cerezas era bonito. Y el de las fresas.
A Odette le gustaba el azul del cielo, y el azul del reflejo del cielo en el mar, y el azul de los ojos del chico que llevaba sombrero los lunes por la tarde y silbaba con las manos en los bolsillos.
El verde de la hierba al amanecer olía a libertad, y también le gustaba, y el de las manzanas, que era muy frío e independiente.
A Odette le gustaba la fragilidad del color blanco, que era la fragilidad de los copos de nieve, la fragilidad de las sonrisas y la fragilidad de la espontaneidad.
El marrón le gustaba porque era el color de los ojos tristes del chico que dibujaba corazones en la ventana empañada del primer piso.
También le gustaba porque ese era el color de los días de otoño, y de los besos callados que tartamudean bajo la lluvia, porque tienen miedo de disolverse con ella.
Era bonito el negro que rodeaba las estrellas, el negro que se encondía en todas las pupilas, el negro de sus zapatos de charol...

(Cuando llegó la guerra y dejó de haber corazones en la ventana empañada del primer piso, Odette se volvió transparente)

7 comentarios:

  1. Es genial que a Odette le gusten tantas cosas. Que disfrute todo lo que pueda de los corazones de su ventana antes de que se vayan!

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  2. Envidio a Odette, y me gustan tus textos, siempre :)

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  3. Odette debería enamorarse, para variar: Y Matilde también. :)

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  4. Pobrecita, con lo que le encantaban todos los colores.. Pero claro, le gustaban porque le recordaban todo a donde mirara a esa personita tan especial.. :)

    Un beso y buen finde!

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