sábado, 8 de mayo de 2010

Sin más.

Allí estaba, sobre el columpio, los parpados cerrados, adelante y atrás, un vaivén continúo. Parecía perfecto. Se sentó en un banco y le miró. Podría abrir los ojos en cualquier momento y verla allí, quieta, inmóvil, con la vista fija en él. Pero en realidad no le importaba, de hecho lo deseaba, no tenía nada que perder.
En ocasiones es bueno no tener nada que perder, es más fácil ser valiente. Es más fácil decidir cuando sabes que hagas lo que hagas no te irá peor. Matilde se sentía un poco de esa manera. Y pensando que quizás se arrepintiera de ello toda su vida se sentó en el columpio derecho.

6 comentarios:

  1. parece que a matilde no le llovio

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  2. es bueno no tener nada que perder, por qué entonces no tienes miedo de jugarte algo. ¿no?

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  3. esas pequeñas decisiones gigantes.
    a veces hay que tocar fondo para empezar a caminar, a veces hay que perderlo todo para encontrarse, a vece sno hay que tener nada que perder para pensar en ganar.
    muy buena entrada.
    un saludo en la lejania.

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  4. pufff.. muy fuerte, me ha encantado. Yo creo, llámame pesimista, que siempre hay algo que perder, siempre hay algo en juego, por eso debemos cuidar muy bien nuestros pasos.. pero también hay que tener en cuenta que quién no arriesga no gana ;)
    Un saludo!! =)

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  5. todos somos Matilde alguna vez, creo yo. :)
    un beso!

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