Y ya no se parecía a John Lennon.
Me sonrió y dijo que se alegraba mucho de verme. Luego se fue y yo me quedé allí, apoyada en una pared de no sé qué sitio, llorando por la certeza más insoportable de todas. La certeza de de llevar nueve años echando de menos a alguien que no te necesita. Desperté llorando también, en medio de vías lácteas que parpadean, versos de niñas pequeñas, de pajitas mordisqueadas y de fiestas de cumpleaños en las que siempre soplabamos menos de una decena de velas.
Oh.
ResponderEliminarEchando de menos a alguien que no te necesita.
ResponderEliminarLo entiendo. Precioso
Sencillamente perfecto. Nothing more.
ResponderEliminarNo me creo que no te necesite. Lo más probable es que ella, al igual que tú, te heche de menos y piense que tú no la necesitas. Porque somos así de pesimistas, y siempre tendemos a elegir la peor de las posibilidades que baraja la mente. Pero no por ello es la opción más acertada, solo la que nos hiere más. hay que aferrarse al vaso medio lleno, no al medio vacío, que el último contiene menos felicidad y nos hace más daño.
ResponderEliminarMeredith
Qué dulce.
ResponderEliminarTienes a mi hermana flipando pepinillos con tu blog ¿sabes?
ResponderEliminar:)
La vida siempre es de los atrevidos. Si alguien te gusta no dejes que se vaya sin que lo sepa. El amor no es cosa de cobardes. Y nunca imagines que los demás no te necesitan.
ResponderEliminarBonita y sentida entrada.
Un saludo, Ámbar