Mis ojos parpadean al sudeste de tu nuca. Mis pestañas se entretienen haciendo juegos de sombras y mis pupilas se esfuerzan en seguir los movimientos de tu caja torácica.
Calcetines marrones y ahora una carcajada.
Te sienta bien que te nieve por la mañana, llegas con copos blancos entre los dedos de los pies y también en las comisuras de la boca.
Y nunca se derrite.
¿Te has fijado en la escarcha que se le queda en la barbilla?
ResponderEliminar:P
Cómo sería un beso de nieve? :-)
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