lunes, 31 de enero de 2011

Mátame de una vez.

Yo diré un montón de cosas estúpidas sin sentido y se me trabará la lengua hasta con las palabras más fáciles. Tú pensarás "qué tonta es" y tampoco te gustarán las arrugas que me salen en la frente cuando alzo las cejas. Entonces tú te olvidarás de mí y yo me moriré.

domingo, 30 de enero de 2011

Púas :)

Cuando su madre se fue, Matilde encendió la televisión y recorrió, sin éxito, los treinta y tres canales que tenia la TDT de la cocina. La apagó enfadada. Era tristísimo que lo más interesante fueran los anuncios de la teletienda.

No quería ponerse estudiar aún, pero tampoco se le ocurría nada que hacer para matar el tiempo. Suspiró resignada. Se acordó sonriendo de su hermana, que aún dormía, entreabrió la puerta con cuidado y se esforzó por ver en la oscuridad el bulto silencioso que formaba sobre la cama.

- Elisa, ¿Estás despierta? – susurró a la vez que intentaba descubrir algún movimiento que la delatará.

Esperó un rato en el quicio de la puerta, pero solo recibió como repuesta una respiración entrecortada. Seguía dormida.

Como las ganas de estudiar seguían ausentes, decidió que ya era buena hora para que Elisa se despertara. Pero antes la contempló dormida, que buenita parecía así, los ojos cerrados, la boca ligeramente abierta y la mejilla aplastada contra la almohada.

- Dormilona, ¿Sabes qué hora es? Las doce. Venga levántate que se te va a juntar el desayuno con la comida. No seas vaga.

- ¿Las doce? ¿Por qué no me habéis despertado antes? – refunfuñó Elisa a la vez que se incorporaba a toda prisa – tengo muchas cosas que hacer y no me va a dar tiempo. Os he dicho mil veces que me despertéis vosotros si veis que se hace tarde.

- ¡Anda cuscurrina…! No seas boba, si aún no son las 10

- Vete a la porra.



A ti también te quiero.

viernes, 28 de enero de 2011

Comenzará el vals lento de las tortugas.

Morena, pecosa, de ojos negros y pequeñitos, consideraba un factor importante para su amistad con Matilde que ambas tuviesen la misma altura.


Te quiero.

lunes, 24 de enero de 2011

No nos tenemos que inventar. Parte II.

Te enamoraste de la chica de los ojos de almendra antes de verla. Fue su risa. Su risa que era clara, fuerte, dulce y loca al mismo tiempo, que era eterna y libre, y brillaba en sus pupilas oscuras y en sus mejillas heladas. Una risa solitaria, sentada en un banco al otro lado de la calle.
Te acercaste a ella disimuladamente, sin más fin que el de observarla mejor, pero ella, al darse cuenta de que la mirabas curioso, paró de reir y te preguntó: "¿Crees que si me río lo bastante fuerte podré conseguir que se me congele una carcajada?" Volvió a reir y añadió: "Te la regalaría y la llevarías colgada del cuello siempre, así nunca estarías demasiado triste. Pero antes de eso tendrías que llorar y regalarme una lágrima congelada. Me muero de ganas por saber cómo sería una carcajada congelada. ¿Tú no?"
Antes de que pudieras intentar contestar, la chica se fue corriendo. Gritaste un "espera" pero ella no esperó.
Te sentaste en el banco que antes había ocupado ella, cerraste los ojos, y compusiste versos mentales que hablaban de amores sin sentido, de delirios febriles y de los labios sin tacto con los que nos besa la locura.
Al rato notaste como las yemas de unos dedos gélidos se apoyaban en tus párpados obligándote a abrilos. "¿Eres poeta, verdad?"

viernes, 21 de enero de 2011

Dime que me parezco a la palabra melancolía.





Cuando las luces se apaguen,

quitándote la ropa en la parte de atrás de un Volkswagen

se que estarás de camino a tu casa

por la autopista de la nostalgia

Y cruzarás aquellos bosques azules

sin darle importancia al sabor de las nubes

ya pensarás en el tiempo que hace

que nadie te dice algo tan dulce.

jueves, 20 de enero de 2011

Desequilibrios de noche y media.

¿Qué te pasa? ¿Te estás diluyendo? Cuando hace frío es más fácil permancer en estado sólido. Ya lo veo, te derrites, sí. Te meteré en un frasquito de cristal y te pondré un tapón para evitar que luego te evapores. Tendrás que estar siempre a mi lado, solo te dejaré salir para ir al baño, y te daré sésamo para comer.  Dormirás sobre mi almohada y mi pituitaria sabrá por fin a qué hueles. Ya estás. Si pego muy fuerte el oído al cristal puedo notar como el corazón te late, aunque quizás sean burbujas que explotan...

lunes, 17 de enero de 2011

Dependiendo del tiempo climático.

Él estaba allí. Ella se moría de ganas de que él se muriese de ganas. Algún día tendrás que enamorarte.¿Qué importa que mañana sea martes? Se me ponen grises las yemas de los dedos cada vez que se te evaporan las miradas. ¡Cuánto te odio! Muérete, son las cuatro y no has llegado, ya va siendo hora. No me quedan bolis bics con tinta. Si no tuviera que hacer tantos borradores sobre mi vida sin tu vida, sobre mi vida con tu vida... ¿Por qué no me miras? Sonríes, te vas. Adiós. Está bien, ahora me iré yo.

domingo, 16 de enero de 2011

“Inventamos la rueda, descubrimos el fuego, llegamos a la luna, hicimos el pan y la sal. Inventamos los coches, las motos, los ceros y los unos, los abrazos y el abecedario. Inventamos los barcos, el calor en invierno, la imprenta, la ciencia… y la ficción. Inventamos Internet, la radio, el teléfono, las vacunas y la Novena. Hicimos imperios y revoluciones. Inventamos Manhattan, Macondo. Inventamos el fútbol y a Madame Butterfly.
Pintamos a la maja vestida y desnuda. Hicimos catedrales, pirámides, aviones. Inventamos el rock, la penicilina, los telegramas, Dulcinea, el poker y el mus, los jardines de Babilonia y hasta a Peter Pan"



martes, 11 de enero de 2011

Reflexiones de una hache que no quería ser muda.

Aquí teneis al ser humano. Tan libre y a la vez tan cobarde. Aburrido, hastiado, melancólico e idealista abúlico. Tartamudo involuntario en los primeros síntomas del enamoramiento y afásico en las fases más avanzadas. Indeciso, cabezota y orgulloso, con tendencia a tropezar siempre en la misma piedra, consecuencia inmediata de un optimismo ingenuo e inestable que suele derivar en casos de pesimismo extremo y desorientación vital. Perdedor profesional de oportunidades diarias, incumplidor de promesas y autopromesas y partidario de dejar las cosas en manos del tiempo.

domingo, 2 de enero de 2011

Poesía.



Él era poeta, ella era poesía.
Él empezó el primero de los versos detrás de su oreja y siguió por la nuca. Le dijo que era la belleza de la nieve y también la calidez de los besos. Hizo poesía por su espalda desnuda y tildó las palabras bajo sus lunares. La V de valentía quedó sobre la primera de sus vértebras, la L de locura rozó sutilmente su omoplato y las nueve letras de la inocencia dormitaron mudas entre sus pechos. Hizo verso libre mientras viajaba por las curvas de su cintura y trazó las palabras más hermosas alrededor de su ombligo. Llenó con sinestesias el trayecto entre sus caderas y esbozó con aliteraciones la grácil línea de sus ingles. Bajó por sus piernas eternas con palabras infinitas, una promesa de amor por siempre se enredó serena e infatigable en su tobillo. Puso el punto final en su talón, donde escribió en letras muy pequeñas que en cada aliento, incluso en el último, estarían juntos.