viernes, 31 de diciembre de 2010

Al pronombre tu se le empieza a tildar la vocal.

Enamorarse después de las 19:00 o no hacerlo nunca. Después de esa hora están los segundos del todo o nada, de los te quiero o los no me importas, de si es ahora es siempre. Antes aún es tiempo del perro del hortelano, del ni como ni dejo comer, del ahora sí y ahora no, del anoche te quería pero esta mañana ya no, del ni contigo ni sin ti...

Y bien, ahora comenzará el proceso inverso, el desechar de menos.

lunes, 27 de diciembre de 2010

No es ni tan absurdo ni tan eterno.




¿Qué es esto? No lo sé, pero sabe amargo

y va de arriba a abajo y es como de éter

y grita rompiendo el silencio cada noche

y me atormenta, me enloquece o me hiere.

Y es fiebre en la frente y congoja en el pecho,

es temblor en los labios y puñalada en el vientre.

Y es probar un instante que se nota al morirse,

es odiar lo que en cada palpitar se siente.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Cuestiones que dicen que tú, por ahora, eres tu.

Quedaban aún diez minutos cuando llegó y se me metió dentro. En ese momento lamenté que mi corazón no fuese un poquito más grande, tan solo lo justo para que no me pinchara con cada latido. Pensé que sería fantástico poder morirse y luego resucitar en tan solo tres segundos, y durante ese intervalo de tiempo ser capaz de decidir que es lo que realmente deseas, si merece la pena esperar y confiar en la suerte. También me sentí irremediablemente mayor, intenté sonreir, pero pesaba demasiado. Un recuerdo con sabor a domingo la alzó hacia arriba. Recordé que yo no me haría nunca mayor del todo, que no importaba que me pasara ni que me hiciera la vida. Era algo que venía conmigo, como el color de mis ojos o del pelo. Algo que estaba allí y que nadie podría cambiar. Cuestiones relacionadas con barquitos de papel, deseos de pestañas, juegos de sombras y guiños a los espejos. Cuestiones de esas que si tú no ríes, yo no te quiero.



Shelley era un joven caballero y tan persona mayor como cabría esperar de él. Era poeta; y los poetas ya se sabe que no llegan nunca a ser lo que se dice personas mayores.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Rielando.

Matilde sabe perfectamente que es lo que tiene que hacer si quiere ver a Tristán, pero va a cumplir dieciocho y se le están quitando las ganas de perder el tiempo soñando con las burbujas de la cocacola.
Intenta hacer su vida más interesante comiendo con la mano izquierda, pintándose una uña de cada color y poniendose los zapatos del revés. Pero no funciona.
Se vuelva loca sintiendo que todo se le puede caer encima en un segundo, la estructura es muy frágil; ella, también, sobre todo cuando no sabe ni lo que quiere.


jueves, 16 de diciembre de 2010

Aquí los locos lo pasamos bien.

Que sí, que no, que quizás, que solo los lunes, eso sí, un lunes de cada mes y siempre que el año sea bisiesto, si no, nada.
Ahora te quiero, ahora no. Te quiero tres cuartos de hora al día, esos son unos cuantos tic-tacs, 2700. Supiro-puñalada, suspiro-puñalada, suspiro-puñalada, etc. Hasta el infinito y un poco a la izquierda, que es lado del corazón.
Te juro que no me pinto las mejillas con carmín, es todo cosa del frío, o del calor. O de tí, o de tí, o de tí, o de tí, o de tí.
Murámonos a la vez.


martes, 14 de diciembre de 2010

Tic-tac. Bailemos.




Tú,
que viniste invitado a este vals.
¿Por qué traes tan triste tu rostro?
¿Acaso en tu cuerpo ya se hizo el otoño
y caducando su gracia olvidaste bailar?

Tú, que temes al frío diciembre,
que huyes del hielo y te acoges al calor.
Dime, ¿Qué es eso que tienen tus sienes?
¿Es espuma de mar, es azúcar, o es nieve?
¿Es acaso causado por falta de amor?

Tú, que encorvas tu espalda bajo el peso del tiempo,
que añoras al joven y aborreces al viejo.
¿Por qué se apagó la luz de tus ojos?
¿Acaso fue una noche en que pronto
olvidó tu alegría despertar de su sueño?

lunes, 13 de diciembre de 2010

El hombre que no sonreía.

Érase una vez un hombre que no usaba sombrero ni fumaba en pipa, un hombre que nunca dejaba de estar del todo triste.
Le atormentaba la vida y su insipidez. Le atormentaba que esta pasase entre sus dedos demasiado deprisa, sin apenas poder probarla, igual que también le atormentaba la lentidud de los días de espera. Su mayor miedo era que cuando fuese anciano y mirara hacía atrás en el tiempo, viese todos los días iguales, así como con el mismo color grisáceo de los días de lluvia.
Este hombre era cobarde, cobarde hasta los tuétanos, cobarde incluso para intentar dejar de serlo. Se limitaba a meditar delante la ventana sobre aquellas cosas que le decían los libros, farfullaba en voz baja y maldecía al mundo, luego volvía la vista al libro y seguía leyendo y llenándose el corazón del sinsentido de la vida.
Veía al resto de la gente como una masa de carne sin más ideales que los animales. Un masa de carne con sueños mundanos, un masa de carne cruel y violenta, que peleaban y arañaban por sobrevivir un día más, que obedecían sin rechistar y que caminaban por senderos ya andados desde hace siglos.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Tierra virgen. Alberto Vázquez-Figueroa

La "civilización" es complicada, padre... ¡Muy complicada! El simple hecho de vivir, ¡de respirar...! plantea infinitos problemas... Tienes que tener nombre, y número, y cédula de identidad, y certificado de nacimiento, y firma registrada, y domicilio reconocido, y ropa decente y zapatos limpios, y dinero en el bolsillo, y desodorante en el sobaco, y sonrisa en los labios, y trabajo fijo. ¡Demasiadas cosas...!-Sonrió, irónico-. ¡Cosas! Ése es el gran problema... Hay que tener cosas para poder vivir... Docenas, centenares, millones de cosas, porque hemos creado la "Cultura de las Cosas"... ¡Casi todas inútiles! El día que decidí escapar al Amazonas y deshacerme de mi casa, me vi de pronto ahogado por una montaña de objetos inútiles que había
ido acumulando a lo largo de toda una vida... Le juro que hasta aquel día se me habían antojado imprescindibles y no comprendía la existencia sin ellos. Pero en cuanto los regalé, advertí que no me hacían falta. Era un esclavo más de la "Tiranía de lo Superfluo" que nos encadenaba.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Tu fragilidad huele a canela.





- Vale, está bien, has ganado. Haremos como que nos queremos. Pero no quiero que me cojas la mano, ni que me acaricies el pelo cuando nos besemos, ni que me hagas estúpidos regalos por San Valentín, ni tampoco que me llames por teléfono. ¿Te ha quedado claro? Nosotros fingiremos que nos queremos, pero en realidad no es así. Jamás ocurrirá. Nunca. Entre tú y yo solo habrá frío, de ese que corta la respiración y detiene los latidos del corazón
- Para ya de decir bobadas. Me quieres y lo sé. Te quiero, y lo sabes. Tienes miedo y al mismo tiempo deseas que ahora mismo te abrace por atrás y te bese muy despacito en el cuello. Admite que tú también has caído, tú, la chica que dijo que jamás sería de nadie. Estás deseando rendirte, hazlo.
- Hijo de puta. Has vuelto a ganar.
- Ahora dime que me quieres.
- ¿Para qué? Sabes de sobra que soy toda tuya.
- Dímelo.
- Te quiero, joder. Te quiero y detesto el frío.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Delirios que riman con tiritar.

- Tienes un beso justo ahí, en la comisura izquierda.
- Lo sé, me lo vi hoy por la mañana en el espejo.
- Nunca había visto uno tan bonito. ¿A quien se lo darás?
- Aún no lo sé, quizás a nadie.
- ¿Y qué haces con los que no usas?
- Me los guardo en el bolsillo hasta que el alguien los quiera.
- Yo los quiero todos.




PD: Hoy me apetece ir a gritar vestida con medias naranjas.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Y ella notó que por ahí se le metía la tristeza de las despedidas antiguas.

- He escrito un nuevo libro. Lo acabé ayer.
- ¿Y cómo se llama?
- "Los días que nos robaron los besos que no quisimos"
- ¿Y de qué va?
- De nosotros, y de como no supimos amarnos. De que solo eramos bocas y labios, y caricias en el pelo.
- Ha pasado mucho tiempo.
- Lo sé, pero el cielo sigue siendo azul.

martes, 7 de diciembre de 2010

Cuando la lluvia se moja a si misma.

Ha sido una tarde de esas que huelen a podrido.
He hecho árboles de navidad con palabras, he dibujado a una chica triste que tenía los pies mojados y un ojo que intentaba llorar pero que no podía.
Noté durante horas la mirada tranquila de Simone de Beauvoir clavada en mi nuca, cuando he girado la cabeza me di cuenta de que se le había caido la sonrisa, así que he cojido dos chinchetas amarillas y se la he vuelto a poner. "Espero que no te duela" le he susurrado.
Mi hermana dijo que no se quería casar conmigo. Y eso que debajo de la petición le había puesto tres casillas: SÍ, NO, Solo si Nick Jonas es mi amante. Marcó el NO.
Luego he recordado que llevo todo el puente sin salir y que el día de mi dieciocho cumpleaños se me caduca el carnet.
No he llorado porque prefiero dejar eso para el momento en que ya no me rimen los versos.
Ahora voy a pensar en cosas bonitas, pequeñas y efímeras, para que no se rompan y no me de tiempo a cojerles cariño antes de que desaparezcan. Como los caramelos.




PD: y también me queda por decir un tercer te quiero, de esos que son solo mentira a medias.

jueves, 2 de diciembre de 2010

No nos tenemos que inventar.


Te enamoraste de ella el día que estrenó las botas rojas para los días de lluvia. Se paró de golpe al verte, y sin conocerte de nada te dijo sonriendo que tus ojos eran demasiado bonitos como para estar tristes. Se puso de puntillas para mirarlos mejor, negó con la cabeza y luego te preguntó cuánto tiempo había pasado desde la última vez que alguien les decía te quiero. Tú no supiste que contestar, pero ya en ese momente deseaste que fuese ella quien lo hiciera.

Le gustaban los calcetines a rayas y de colorines, que los paraguas tuviesen goteras, mancharse la cara de harina cuando hacía pasteles y las medias sonrisas de los poetas.

Dormía con la boca entreabierta por la noches, decía que así se le escapan todos los besos que no daba durante el día y evitaba que se le acumulasen dentro y que le doliera el corazón.

Aprendisteis a bailar en la cocina de su casa, entre tarros de mermelada de fresa y tabletas de chocolate. Le diste el primer beso una medianoche, como a las princesas de verdad, y algunos segundos más tarde ella dijo "te quiero", se lo dijo a tus ojos, a tu boca, a tu pelo negro, a tu corazón que era suyo, a ti entero.