domingo, 30 de octubre de 2011

Yo un día le dije a Andrea que una de dos: o se llamaba Alejandro o tenía los ojos azules. Y yo ayer (a parte de soñar que Irene tenía novia) soñé que conocía a un chico. Le preguntaba que cómo se llamaba y él me contestaba que depende, que podía llamarse Omar o Alejandro. Y el chico era moreno y le llamé Alejandro. Pero entonces me besó. Y se me cayó un diente. Y le dije que sería Omar, pues. Y él se rió y se fue.

10 comentarios:

  1. Encantador blog el tuyo, un placer haberme pasado por tu espacio.

    Declive.

    ResponderEliminar
  2. Las cositas claras,no entiendo nada...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. la breve exzposición de las felices cosas más vanalmente fugaces de la vida sobre las que apenas un indigente repara, son la especialidad y la virtud de algunas personas. Preciso: de muy escasas personas que se llaman Albistas. =)

    P.D. Albista: definición pendiente de incluir en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

    ResponderEliminar
  4. ahora sí sé cómo decirlo: cumplir letra a letra y hacerle honor al título de tu blog... desequilibrios... pero desequilibrios que me encantan!

    ResponderEliminar
  5. Genial, delirante, inverosimil... es como decir cuatro besos por un penique.
    Besos Alba, eres subrrealista y un encanto.

    ResponderEliminar
  6. Esta entrada puedes interpretarla de muchas maneras. Y me ha gustado mucho la que he elegido..
    Me ha encantado :)

    ResponderEliminar