jueves, 3 de noviembre de 2011

Al abrir la puerta y salir a la calle me tropecé con un elefante que paseaba cerca de mi jardín. Maldita Virginia Woolf, pensé, solo a ella se le ocurriría poner a un elefante delante de mi casa.  Miré con odio al elefante, que ya había retrocido unos tres metros y meneaba la trompa tristemente.  Estaba claro que el elefante no tenía la culpa, que había sido yo la que había salido corriendo de casa sin fijarme si quiera por dónde pisaba y la que me había estampado con una enorma masa grisácea, ahora sin duda dolorida.

5 comentarios:

  1. Lo típico, a mi me pasa todas las mañanas ;)

    ResponderEliminar
  2. Delicioso. Los elefantes se extinguieron hace siglos. Yo también.

    Abrz.

    ResponderEliminar
  3. Virginia Woolf no tiene porqué aparecer everywhere, cohoneh.

    ResponderEliminar
  4. Fantastiquísimamente divertido =)
    Virtuosa Virginia Woolf, que va poniendo elefantes por los textos de AFR para hacernos reir a todos un rato. Ojalá me pasara a mí, como os pasa a tí y a Alejandro todas las mañanas.
    Meredith

    ResponderEliminar