viernes, 4 de marzo de 2011

Besos desvirtuados.

No recuerdo adónde fueron todos sus besos. ¿Tan poco me importaron? Me acuerdo de como empezaban, cuando las bocas estaban separadas por la distancia exacta de dos centímetros y los labios comenzaban a temblar sin acabar de decidirse, queriendo alargar el momento previo y al mismo tiempo deseando olvidarlo ya.  Luego llegaba la tibieza, y había cuatro labios y dos bocas y yo notaba como te golpeaba el corazón dentro del pecho a ritmos irregulares. Luego decías que me querías. ¿Pero qué pasaba después con los besos? Quizá se disolvían en mi saliva, o se me inyectaban en la sangre. Quizá se escondían debajo de mis uñas, o entre las pestañas. Quizá morían.

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